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Ley de la Pertenencia de Bert Hellinger

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En un grupo “todos los miembros tienen el mismo derecho a pertenecer” es un proverbio conocido para la psicogenealogía y corrientes de psicoterapia sistémica. Tiene gran impacto en el bienestar y equilibrio de los diferentes sistemas que conocemos hoy en día, la familia, el grupo de trabajo en una empresa o hasta en grupos grandes como sociedades y culturas.

En un grupo “todos los miembros tienen el mismo derecho a pertenecer” es un proverbio conocido para la psicogenealogía y corrientes de psicoterapia sistémica. Tiene gran impacto en el bienestar y equilibrio de los diferentes sistemas que conocemos hoy en día, la familia, el grupo de trabajo en una empresa o hasta en grupos grandes como sociedades y culturas.

Ley de la Pertenencia Bert Hellinger - BienestArt

“Aquello que excluyo de mi sistema, prontamente será adoptado por otro miembro más pequeño".

A esta ley sistémica y otras dos más (Orden y Equilibrio entre dar y tomar) que veremos en los próximos artículos, Bert Hellinger quien incorporó a la intervención terapéutica moderna las Constelaciones Familiares; las nombra “Órdenes del Amor”. Estos órdenes se encuentran al servicio del desarrollo del sistema, cuando alguna es quebrantada, inmediatamente el sistema procura equilibrarlo de la mejor forma posible, este movimiento es inconsciente y sucede sin que nos percatemos.
Cuando una persona, puede ser que un familiar, por ejemplo, es excluido –o no es reconocido- como parte del sistema por algo que hizo y que atentó contra las normas del grupo. Esto le cuesta dejar de pertenecer y de alguna forma es desterrado por la familia como acto de justicia; lo vemos frecuentemente cuando algún tío, primo, abuelo o inclusive padres o hermanos no son tomados en cuenta en reuniones familiares, con frecuencia se les olvida o hay una prohibición inconsciente de hablar de ellos o con ellos…
Al excluirse una persona, el sistema se desequilibra e internamente se siente un malestar inconsciente. Muchas veces para tratar de equilibrar esa exclusión, algún miembro más pequeño (un hijo, nieto, bisnieto) inconscientemente toma el lugar del excluido y puede repetir algo de su historia, sus características, su nombre o su destino… Pero este intento no consciente de la familia no logra su cometido, y ahora se tiene un excluido y un implicado, como si este amor ciego fallase en su intento por regular el sistema.
Cuando la familia puede darse cuenta de la dinámica que sucede entre el excluido y el implicado inmediatamente perciben que este es un acto de amor y que necesita que puedan ver y darle el lugar que le corresponde y fue negado a quien fue excluido. Este acto empieza con una disposición interna en cada uno, en dar un lugar interior a quien no se incluyó y decirle: “Tú tienes el mismo derecho de pertenecer a esta familia que yo”. Esto genera un impacto inimaginable no solo en la familia, también en el excluido y por supuesta permite a quien estuvo implicado poder vivir la vida que le corresponde, sin tomar una que no es suya.
Como estas exclusiones en principio no son conscientes, es saludable que todos podamos ver a cada una de nuestras familias, sobretodo ver a aquellos que no se les está incluyendo y empezar en nosotros mismos dándoles el lugar que les corresponde. Un ejercicio práctico es hacer un árbol genealógico de toda nuestra familia hasta la generación que nos sea posible acceder, esto precisa de una actitud de mucho respeto, humildad y amor; para no caer en juzgar (otra forma de exclusión) a ningún miembro, sin importar lo que hicieron entender que lo hicieron por amor y que así como pasó estuvo bien.

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Si nunca dejamos de descubrir podríamos conocer un modo de Vivir y Estar plenos que aún desconocemos...

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